sábado, 20 de abril de 2024

FOTOGRAMAS - 3 de septiembre de 1971 - España


SARITA MONTIEL:

“YO NO ME CONSERVO…

¡SOY JOVEN!”


Una nueva Sara Montiel, rubia y mucho más delgada para las "Varietés" de Juan Antonio Bardem.

SARITA acaba de filmar la película “Varietés”, en la que ha trabajado a las órdenes de Bardem. Se siente muy satisfecha y dice estar cansada. Sus proyectos inmediatos son: primero, ir de vacaciones por Europa; después, cumplir con un contrato para trabajar en TV, en Nueva York y Los Ángeles. ¿Otros proyectos de películas en perspectiva? De momento, la actriz no responde.

He llegado a casa de Sarita, en la Plaza de España, con la prisa pisándome los talones y el sol en la cabeza. Sarita me ha dado el tiempo justo para personarme. “Estoy a punto de acostarme”, me ha dicho. Y no es que Sarita prefiera dormir de día, pero es que hoy ha finalizado la filmación de “Varietés” y todavía no se ha acostado.

-¡Huy!, perdona que te reciba así, pero es que acabo de llegar de los estudios. Imagínate, hoy ha sido el último día de filmación, algo agotador. Hemos acabado pasadas las diez de la mañana.

La niña que soñaba con ser actriz mientras envolvía naranjas en Orihuela vive hoy entre sillerías chinas, lámparas “art-nouveau”, figuritas de arroz, cerámicas mejicanas y pájaros de porcelana en un gran salón en donde yo apenas he aguardado unos minutos antes de que apareciera ella.

Un año cantó en la procesión de Semana Santa de Orihuela, gracias a lo que algunos directivos de Cifesa se fijaron en ella. Después, en 1942, a Madrid, en la posguerra del estraperlo. En 1944 Sara Montiel había llegado a las puertas del cine con “Empezó en boda”, a la que sigue “Mariona Rebull”, en el año 1946, película en la que canta por primera vez un cuplé. Este tipo de producto iba a dar sus grandes taquillazos. “El último cuplé”, en el 57, “La violetera”, en el 58. Lilian de Celis resucitaba en la radio la nostálgica moda ya olvidada de los cuplés. Sara Montiel resucitaría esta moda en el cine.

“Nena, me decías loco de pasión,

nena, que vida llenas de ilusión;

deja que ponga con embeleso

junto a tus labios la llama divina

de un beso”.

Luego vendrían “Carmen, la de Ronda”, en el 59; “Mi último tango”, “La bella Lola”, “La reina del Chantecler”, “La mujer perdida”, “Esa mujer”, “Tuset Street”, en los años 60. Y, ahora, inicia la década de los 70 con “Varietés”.

-Hábleme de “Varietés” y de Bardem.

-“Varietés”, Bardem; sí, claro. Bardem es un hombre estupendo. La película está llena de mensaje social, pero nada de política; normal. El guión ha sido todo escrito por él. Lo ha sacado de sus propias carnes. El tema, ya sabes, basado en la vida de varietés de los años 30. Los sinsabores del amor y todo eso.


Por fin han podido reunirse Vicente Parra y Sara Montiel, después del proyecto frustrado de "La guerrillera de Villa".

Durante el primer matrimonio de Sara con Anthony Mann dijo la actriz que aprendió los secretos del cine. “Estuve a su lado permanentemente en las salas de montaje y gracias a él podría dirigir una película”. Después de “Esa mujer” Sara había confesado que tenía muchos deseos de dirigir una próxima película.

-Sara, ¿qué tienes tú que ver en la película “Varietés” aparte de como actriz?

-Nada, absolutamente nada. Es una película dirigida totalmente por Bardem.

-¿Y la financiación a cargo de quién…?

-El dinero es exclusivamente su propio dinero. No hay dinero de nadie más y, además, no puedo decir que sea una película de encargo, porque sería mentira. La dirige él y la financia también él.

Sara dice que sus autores favoritos son Hemingway, a quien conoció en La Habana, Unamuno y Miguel Hernández, que lee el periódico cada día y que ahora está leyendo por segunda vez “Cien años de soledad”, de Gabriel García Márquez.

-Me parece uno de los libros más impresionantes que he leído. Me gusta la humanidad, la sencillez y la tragedia del tema.

La llamada sucesora de Raquel Meller se casó en Los Ángeles por el rito judaico con Anthony Mann. Más tarde obtendría la anulación de su matrimonio y, también en marzo, pero del 1964, se casó de nuevo con José Vicente Ramírez Olalla en la iglesia de Montserrat de Roma. Ahora de nuevo rumores en torno a que su vida privada está en crisis. Hay quienes dicen que no se llevan bien; otros, que está separados.

-Nada, somos un matrimonio normal, no estamos separados y somos muy felices.

-¿Muy felices?

-Bueno, ya sabes; tenemos nuestras cosillas, como todos los matrimonios, pero nos llevamos bien. Yo hago mi vida de artista y él hace su vida de negocios.

-Sara, de entre las cosas que pasan actualmente en el mundo, ¿cuál te parece la peor de todas?

-Pues… sí, el hambre en la India. Es canalla, ¿no? Lo que pasa es que los hombres somos malos. Si la gente fuese menos ambiciosa, esto estaría arreglado.

Sara dice que le gusta el color blanco, las esmeraldas y las rosas. Que su personaje histórico preferido es Cristóbal Colón y que la música le gusta toda: Beethoven, Chopin, Los Beatles, Raquel Meller…

-Si pudieras pedir tres favores a una hada, ¿qué le pedirías?

-Le pediría una niña de mi madre, un poquito de su pelo y un trocito de la mantilla con que la amortajé, que supongo estará intacta.

-¿Cuántas horas al día dedicas al cuidado de tu persona?

-Rica, yo no dedico ninguna hora a esto; me arreglo en un momento y listo.

-¿Y cómo haces para conservarte tan bien?

-Habrás querido decir para estar bien, porque yo no me conservo. Soy joven, lo de conservarme ya llegará pero mientras se es joven, nada de eso. ¿Comprendes, no?

Comprendo, oigo, veo y digo: Adiós, Sarita.

 

Texto: ANNA BALLETBO

Fotos: JULIO WIZUETE



EL RECORTE CCCLIX

A tenor del éxito de "Varietés", Sara Montiel hacía estas reflexiones para la revista Semana en su número de 27 de noviembre de 1971.



EN SU PRÓXIMA PELÍCULA EN LA QUE ENCARNARÁ A EUGENIA DE MONTIJO, POSIBLEMENTE ACTÚE LIZ TAYLOR

La superguapa

SARA MONTIEL

tira con bala

“SOY LA MEJOR. MI SUCESORA NO HA NADIDO TODAVÍA”

DICE SARA:

“Los kilos que sobran pueden quitarse. Es la fealdad lo que no tiene solución”

“Cuando me retire como intérprete, dirigiré películas, porque valgo para ello”






La superguapa Sara Montiel ha vuelto a decir "aquí estoy yo" con su última película. Para que nos hablara de este éxito y de sus proyectos, nuestra manchega universal nos recibió en el piso de Vicente Parra, pues Sara ha vendido el suyo, cargado de tristes recuerdos (en él murió su madre). Sara, elegante y deslumbrante -las fotografías que les ofrecemos nos de última hora-, se mostró irónica y bromista.

He tomado café con María Antonia Abad, más, mucho más conocida por Sara Montiel en el rutilante mundo del espectáculo. Ahora bien: ¿es noticia que el periodista haya tomado café –exquisito, por cierto- con la más universal, discutida y, al mismo tiempo, indiscutible gran estrella de nuestro cine? En este caso, sí, porque Sara estuvo locuaz, comunicativa, ocurrente, intencionada… Detalle significativo y elocuente: entre el primero y el último sorbo transcurrieron… tres horas. Tres horas de “show Montiel”.

Trataré de resumirlo –difícil empeño- en el breve espacio de una entrevista periodística. Todo empezó cuando felicité a la estrella por su último y resonante éxito: “Varietés”.

-Muchas gracias, hermoso. Pues supongo que este éxito no les habrá sentado muy bien a algunos… y a algunas.

-¿Tan mal se lleva con su colegas?

-No es eso. Yo me llevo bien con todos, o, al menos, eso es lo que quiero. Pero una no es dura de oído… Hay por ahí “camaradas” que llevan muchos años esperando que me dé la “torta”… Y, claro, como nunca me la doy, sufren mucho, se excitan… ¡Qué pena!

Viste pantalones y jersey de cuello alto. Es claro que está resfriada. Sara convalece de una gripe. Pero pocas veces la he visto tan animada y habladora como hoy. La Montiel está sobrada de nervio y temperamento, sobre todo cuando juega con cartas seguras: su último éxito.

“NO ME PERDONAN QUE SEA GUAPA”

-Lo que pasa conmigo es muy curioso –prosigue, tras pulsar el efecto de sus últimas palabras-. Algunos no me perdonan que sea una mujer guapa, que tiene lo que hay que tener… Se ha llegado a decir que llevo grapas debajo del pelo para estirarme la frente. Y que me han puesto imperdibles detrás de las orejas para tirar de la cara… ¿Es o no es gracioso? ¿Sabe lo que pienso de todo esto? Que hay colegas que están “negros” porque llevan varios años diciendo que Sara Montiel está terminada… Y disfrutan cuando me ven con algunos kilitos de más… No saben, tal vez, que los kilos se quitan… ¡Lo que no tiene solución es la fealdad!

Y se queda tan tranquila y orgullosa tras sus últimas palabras, que, reconozcámoslo, no están huérfanas de razón. Me refiero a los kilos y a la fealdad… Luego, de pronto, se pone en pie y, accionando “a la italiana”, prosigue su pintoresca y sugestiva conferencia:

-Todas mis colegas pueden hacer lo mismo que yo. Es más: las hay que me aventajan en años, porque tienen diez o doce menos que yo. Pues bien, si pueden hacer lo mismo que yo, y no lo hacen, cabe preguntarse: ¿por qué? Habría que interrogar a las interesadas… Otra cuestión: está poniéndose de moda entre nuestras artistas salir en la pantalla ligeritas de ropa. Como si descubrieran ahora el Mediterráneo… ¡Pero si yo ya salía así hace nueve años, cuando me “buscaba la pulga” en “La reina de Chantecler”!... Ya le digo: es para morirse de risa…

-Por cierto, Sara, usted que es experta en la materia podrá satisfacer mi curiosidad: ¿hasta qué edad es aconsejable que una estrella aparezca ligerita de ropa en el cine?

La respuesta no se hace esperar:

-Eso no depende de los años, sino del “estado” de la interesada.


Primer plano de Sara Montiel en el que luce toda su espléndida fotogenia.

LA SUCESORA DE SARA

Sara, con ese gracejo más o menos desgarrado que le caracteriza, pasa a analizar el “estado” de algunas de nuestras estrellas… Su diagnóstico me lo callo porque no quiero dar origen a un conflicto peligroso…

-¿Hay sucesora de la superestrella Sara Montiel?

Me mira. Pone cara de no haber roto un plato en su vida, y, con voz compungida, responde con otra pregunta:

-Pero, hijo, ¿cómo va a haber una sucesora de Sara Montiel si en España no hay estrellas? Y no las hay porque no puede haberlas. Nuestra industria cinematográfica o no puede o no sabe crearlas y, mucho menos, promocionarlas en el mundo entero… Yo me hice estrella a fuerza de mucho trabajo, de mucho empeño… Bueno…, ¡y porque soy Sara Montiel! Nadie sabe lo que tiene que bregar en este país una actriz de categoría, en el terreno que sea, para supervivir… En cuanto pasas de los treinta o consideran que ya estás muy vista, quieren jubilarte. En Francia, sus grandes estrellas son ídolos intocables, admirados y mimados por todos. ¡Ah, la envidia, ese defecto tan ibérico!

El lector no debe suponer que Sara Montiel estaba contrariada, harta, fuera de sí… No, no. Al contrario. La vi más segura de sí misma y más optimista que nunca. Lo que ocurre es que Sara, fuera de los estudios –donde sólo, piensa en su trabajo-, es así: castiza, sarcástica, sutil, irónica, orgullosa (quizá porque puede)…

-En cualquier caso, Sara, ¿le molesta el “qué dirán”?

-Pueden decir lo que quieran. Me trae sin cuidado.

Da otro paseo alrededor del sofá de tres plazas, y vuelve a sentarse, satisfecha. Hay cigarrillos sobre la mesita. Quiere fumar, pero se contiene, siguiendo las recomendaciones del doctor. Quizá este “querer y no poder” pone al rojo vivo su proverbial temperamento… Y entonces, Sara echa chispas…


La gran estrella con Vicente Parra en una escena de "Varietés", su última película.

QUIERE DIRIGIR CINE

-¿Qué hará cuando se retire?

-Dentro de quince o veinte años…

-Eso es. ¿Qué hará?

-Lo más seguro es que dirija películas. Me siento capacitada para ello. Lo que no haré, desde luego, es dedicarme a vegetar. No encaja con mi forma de ser. Siempre he sido una mujer muy activa.

Y muy sentimental, justo es consignarlo, aunque algunos –los que apenas la conocen- lo duden. He aquí un detalle definitivo: esta entrevista se celebra en el piso de Vicente Parra, ubicado en la misma casa donde Sara posee el suyo. Bueno, donde lo poseía. Porque lo ha vendido.

-En él murió mi madre. En él vivimos juntas muchos años. Era un piso lleno de recuerdos, amables, unos; amargos, otros… Sobre todo, el de mi madre… Además, ¿qué hacía yo sola en un piso tan grande? Por eso lo he vendido. Y hasta que viva en el chalé que pienso hacerme en Somosaguas, Vicente me ha dado hospedaje. Somos excelentes amigos.

Parece inevitable hablar con Sara Montiel del dinero, pues siguen diciendo que es la estrella española que más cobra. Pero también parece inevitable que Sara eluda este tema. Me dijo en cierta ocasión: “Eso de la evaluación global no me gusta. El Fisco y yo nos llevamos mal.” Por lo visto los acontecimientos no han variado… Y no es que Sarita se haga la pobre (sería excesivo), pero tampoco presume, como en otros tiempos, de joyas y riquezas. Ahora se cuida…

-Sólo gano un sueldo por mi trabajo. Soy una jornalera. De los millones y millones que producen mis películas, se beneficia el productor, de lo cual me alegro, pues para algo arriesga su dinero.

Ya sólo faltaba interesarme por Sara-mujer. El rostro de Sara-mujer se iluminó al revelar:

-A Sara-mujer le van las cosas fe-no-me-nal-men-te –y recalcó la última palabra.

-¿Sigue creyendo en el amor?

-Naturalmente. Soy una mujer… Pero también creo que el amor entre dos personas puede morir algún día. Todo tiene un principio y un fin.


***

No descansa, se niega a descansar. Ya piensa en sus próximas películas: una, en Rusia; otra, en Méjico, coproducida por Richard Burton, en la que Sara encarnará a Eugenia de Montijo. ¿Posibilidades de que Liz Taylor también actúe en ella? Las hay. Me gustaría ver a Liz y Sara, en un descanso del rodaje, hablando de sus cosas… Todo puede llegar, todo puede llegar…, porque tratándose de nuestra inconmensurable Sara Montiel, todo es posible. Todo.

 

Hebreo SAN MARTÍN


LA FOTO CCCLIX


Sara Montiel y Juan Antonio Bardem en un momento del rodaje de "Varietés" (España, 1971).

sábado, 13 de abril de 2024

DIEZ MINUTOS - 5 de octubre de 1968 - España


SARA

de la Mancha

En su próxima película, “Esa mujer”, será dirigida por Mario Camus

“Cuando dicen que mi marido no vive conmigo, es que lo saben y están en lo cierto”

“Mi madre me enseñó a no hablar nunca mal de la gente”


También Sara puede lucir minifaldas si quiere. En la terraza de su espléndido piso, el cabello por la cara, la "estrella" parece un desafío.

SARA de la Mancha. En el salón de invitados de su piso de la Plaza de España no hay molinos de viento ni libros de caballería.

Las paredes están forradas de raso y una lámpara del palacio de Isabel II extiende una pálida luz sobre el piano de la Fornarina. En un rincón, un barqueño de la época de los Reyes Católicos, adornado con labores de taracea doradas, compone con una mesa redonda de mármol de Carrara. La guardia del escalón de la doble planta moquetada en tonos gratísimos a la vista la componen la cabeza de un sammurai, realizada en alabastro y la diosa de la fortuna, talla bellísima obtenida en palmito de Tailandia.

Cerca de los regios tresillos no faltan las mesas pompeyanas o los armaritos de laca, jalonando uno de los ángulos una hermosa talla, en mármol, de Collaut-Valera, donde se reproduce el generoso busto de Sara y su belleza increíble. Y sobre el raso de las paredes, lienzos de gran valía y cobres italianos. En el piso de la Montiel se puede hacer recuento de un Goya, un Sorolla, un Eduardo Vicente, un Eugenio Lucas y dos Palmulori, aparte de decenas de cuadros que adornan pasillos y piezas de la casa.

Sara de la Mancha, sonríe. Sara de la Mancha, nacida en Campo de Criptana, posa y reposa. Y cambia de trajes, alternando la minifalda con un caftán de oro viejo del siglo XII.

Sobre el piano de la Fornarina están las letras de las canciones de su inminente película para Suevia Films. El viejo pleito entre la “estrella” y el hombre del pelo blanco ha derivado hacia un título: “Esa mujer”. El guión es de Antonio Gala y habrá canciones de Armando Manzanero, Rafael de León y Solano, hasta cubrir un programa de cinco intervenciones.


Sara Montiel sigue siendo la Dulcinea más guapa de España. Aquí la vemos apoyada en el piano de la Fornarina, que adorna esta lámpara que perteneció al palacio de Isabel II.

-¿Quién te va a dirigir en “Esa mujer”, Sara?

-Mario Camus –dice, y se va a poner otro vestido-. Asisten al reportaje, doña María, la madre de Sara y un compañero de arte, José Ramón Centenero, que actúa, en cierto modo, como director de escena, señalando a Sara algún posible error en la pose.

Sara de la Mancha, sonríe. Sobre la mesa pompeyana no hay vasos de recio cristal con el vino tinto de las ubres que despanzurrara “Quijote” con su espada mellada. Hay “whisky”, aceitunas, peladillas y, eso sí: queso manchego y del bueno.

Ha concluido el reportaje gráfico. Sara de la Mancha, sonríe y espera.

-Sara…

-Dime.

-Háblanos de Camus. Un nombre nuevo. Parece que tiendes hacia la gente nueva. Eso está bien, Sara.

Se encoge de hombros. Habla en directo, sin rodeos. “Quijote” hubiera gritado alborozado, al escucharla. Es, su castellano, un idioma rudo, si se quiere, pero claro como el agua y crujiente como el pan recién cocido.

-Verás: hay gente vieja muy buena y gente vieja muy mala. Y lo mismo sucede con la gente nueva. Yo procuro buscar lo mejor. Eso es todo.

-¿Te preocupan los sambenitos que te cuelgan Sara?

Ríe.

-No, no me preocupan. Lástima del día en que no amanezca con alguno. Mal presagio. Recuerda a “Quijote”: “Ladran, luego cabalgamos”.

-Entonces, recojamos un ladrido, Sara. La gente ladra en los cafés, y asegura que cuando Sara Montiel comienza una película el director no manda, el cameraman no manda, y el productor, muy asustado, pregunta todos los días a su gente cómo andas de humor…

-Mira: el cine es lo más importante de mi vida. Sin el cine yo no sabría vivir; pero yo no entiendo nada de cine, no sé nada de cine. Si yo dirigiera mis películas habría hecho mi cine, el cine de Sara Montiel. ¿Entiendes? Bueno, pues anótalo si quieres. No es cierto que yo haya influido en los directores: mi oficio es actuar y cantar. Ahora, eso sí. Me permito opinar sobre fotografía por una razón. He estudiado hasta quedarme sin aliento a los grandes maestros de la pintura. Y creo que la pintura y la fotografía tienen algo de común, ¿no?


Compañera inseparable de su hija, doña María ha seguido sus éxitos de lejos y de cerca. Sara se siente orgullosa de tener una madre sencilla y aldeana.

-Entonces, hablemos de pintura, Sara.

Me mira desafiante.

-¡Qué rico! Pues habrá que prepararte habitación, porque entonces no paro. De entrada te diré que me emociona la pintura de El Greco, de Goya, de Velázquez, de Picasso, de Gutiérrez Solana… Vamos, de todo lo bueno.

-La gente sigue ladrando, Sara. A lo mejor sus ladridos han llegado hasta aquí. ¿Sabes qué dicen ahora? Que estás acabada.

-Pues si lo estoy ahora, ¿qué será cuando no lo esté? Cuento con doscientos cincuenta millones de espectadores en España y América. Y, ahora, encima, Rusia. En el Japón celebran semanas cinematográficas con mis películas. Mira: llevo desde los cinco años trabajando. Y si he llegado no ha sido por lela. La realidad es que no le quito el pan a nadie. Yo hago mi película al año y a vivir. Pese a quien le pese. Aseguran que me hago la estética todos los años en París y que me extraigo las muelas para acentuar los pómulos. Pues bien, que vayan ellas al dentista y al cirujano de estética, a ver qué pasa. Odio hablar mal de la gente. Mi madre me enseñó a que no hablara mal del prójimo y a no tirar ningún plato de comida. Y aunque la belleza se va con los años, yo he sabido aprovecharla. Y tengo lo que tengo, que nadie me lo ha regalado.

A la vista está. Está guapa Sara, con su gesto desafiante. Le pregunto si el piano de la Fornarina y la lámpara de Isabel II; si los alabastros y las lacas y su Goya y su Sorolla lo tiene por el cine.

-En esto del cine, el dinero lo hacen los productores, los distribuidores y los exhibidores. Sara Montiel ha hecho a más de uno millonario. Como a Gonzalo Elvira y el pobre Cesáreo González. Yo he ganado un poco de dinero, sí. Pero aquí no está todo. He comprado cosas…

-¿Eres feliz, Sara?

-Lo soy, gracias a Dios.

-¿Del todo? Dicen que tu marido no vive aquí…

-Cuando lo dicen es que lo saben y están en lo cierto…

Sonríe Sara de la Mancha. La más guapa “Dulcinea” española continúa cabalgando por los caminos cinematográficos. En su torno, mordiendo las ancas de su cabalgadura, una jauría de perros ladra desaforadamente.

 

Fernando MONTEJANO

(Agencia TORREMOCHA)


EL RECORTE CCCLVIII

Entre la resaca de "Tuset Street" y el inminente rodaje de "Esa mujer", Sara concedía esta entrevista a la revista Ondas, 15 de enero de 1969, donde recordaba su infancia y adelantaba algún detalle del que sería su antepenúltimo film. 


SARA MONTIEL

HA REALIZADO TODOS SUS SUEÑOS

HA ADELGAZADO 11 KG. DESDE “TUSET STREET”


En la próxima primavera Sarita va a presentar un "show" cara al público. Será como los de Frank Sinatra, dice Sarita, pero "en vez de Sinatra estaré yo".

Sara Montiel ha vuelto mucho más delgada de Méjico. Aquellos kilos que le sobraban, desaparecieron como por encanto. No hay trucaje en las fotos ni en sus vestidos. También ha variado algo el decorado de su casa. Ha colocado el piano en otro ángulo y del país azteca se ha traído varios objetos que se sumarán a los muchos que, esparcidos en distintos rincones del hogar, hablan por sí solos de sus muchos y constantes viajes al extranjero. Empieza en breve –tal vez, cuando esta entrevista salte a las páginas de la revista haya dado ya comienzo- el rodaje de “Esa mujer”. Con ser eso noticia hay más, mucho más. Cuando termine el film en cuestión, Sarita Montiel cumplirá un hermoso sueño. Un sueño que acaricia en su mente desde hace algunos años: presentarse en España personalmente, en un escenario.

-Me voy a presentar yo personalmente en teatro, ya definitivamente para marzo o abril. Primero lo haré en Barcelona, en donde pienso hacer una temporada bastante larga. Seguidamente me presentaré en Madrid, Valencia, Alicante, Murcia, Málaga, Sevilla y también en muchas ciudades que forman parte de Andalucía y si Dios quiere, lo haré, asimismo, en Castilla la Vieja, porque yo quiero que todo el público de España me pueda ver –la mayor parte del público a ser posible- para así yo darles las gracias personalmente porque desde que se estrenó “El último cuplé” yo le estoy agradecida a todo el público español.

-¿Puedes adelantar cómo será y con qué título se presentará ese espectáculo tuyo?

-Es un “show” musical como acostumbran a hacer en Estados Unidos y en Londres. Como acostumbra a hacer Frank Sinatra, pero en este caso, en vez de ser Sinatra, será “Sara Montiel en persona”: ese será el título del “show”. Nunca perdí las esperanzas de demostrar al público que Sara Montiel no le tiene miedo a un escenario.

-¿Te sentirás en el escenario tan segura como en el “plató” de un estudio de cine?

-Creo que puedo dar mejor en el escenario que en cine, porque en el cine se puede repetir una misma escena varias veces, mientras que en teatro, ¿qué pasa? Allí la artista está solo al levantarse el telón y es entonces cuando se puede demostrar al público y a sí misma lo que de actriz se tiene.


Sarita juega todavía con muñecas. Tiene un corazón de mujer, pero en ella habita aún el alma de niña.

En un rincón de la estancia hay un magnífico busto, de grandes proporciones, de Sara Montiel. Su perfil derecho se refleja en la luna azogada de un espejo cercano. Es tan real la escultura, produce tal sensación de verismo, que difícilmente creo que una fotografía pudiera reflejar más fielmente los rasgos de nuestra actriz más internacional. Que la Montiel pasará a la posteridad es algo innegable. Y algún día, nuestros hijos, o los hijos de nuestros hijos, verán en la pantalla la vida, éxitos y fracasos –que también los hubo, por supuesto- de Sara Montiel.

Encima de la repisa de una chimenea, en un sencillo marco, María Antonia Abad, el día de su Primera Comunión. ¿Qué queda hoy de aquella niñita…? Esa es mi pregunta y calladamente, mansamente, María Antonia –o Sara Montiel- que son una misma persona dice:

-Queda el alma, que es la misma. Los sueños ya no, porque se realizaron… si no todos, casi todos. La niña soñaba con hermosos vestidos… la niña quería dormir en un colchón muelle y tener una almohada de plumas… la niña… no quería que su madre se tiznara las manos con el carbón mientras guisaba…

Silencio breve. Sara Montiel detiene su mirada en un punto lejano, muy lejano… Y después…

-Vaya a donde vaya, llevo siempre en mi equipaje mi almohada de plumas. Reconozco que puede parecer una niñería, pero no consigo conciliar el sueño con otra almohada que no sea la mía.

-Dime, Sarita, ¿te gustaría volver a ser niña por espacio de unos días, aunque tuvieses que vestir nuevamente aquellos vestidos de percal?

-Lo desearía tanto… ¿Sabes por qué? Porque volvería a estar junto a mi padre, que hace más de veinte años que murió. Guardo de él un maravilloso recuerdo. Cada tres días, como un rito, sueño con él. Luego… no lo perdí por completo. Es lo único que me falta para ser completamente feliz…

Hay un amago de lágrimas en los bellos ojos de la mujer.

-¿Hay algún episodio de tu infancia que recuerdes en especial’

-Yo recuerdo toda mi infancia, pero guardo un especial recuerdo para una muñeca que cuando yo tenía tres años, en el año 36, me trajo mi hermano cuando vino del frente. Yo la llamaba “Mi-Ya”, con lo que quería decir en mi lengua de trapo “Mi hija” y así he continuado llamándola, a través de los años. Es una pepona de trapo muy fea, pero que conservo aún y que para mí tiene un valor incalculable.

-¿Eras una niña miedosa?

-No exactamente miedosa, pero tenía –y sigo teniendo- un cierto respeto o temor a la oscuridad. Ello es debido a que, cuando era chica, como en mi familia éramos muy pobres, me veía obligada a llevar vestidos bastante feos. Yo no quería verme fea y entonces, arrancaba a llorar con unas pataletas tremendas. Mi hermana mayor –que me lleva más de veintitrés años- me encerraba en un cuarto oscuro, y vistiendo una silla con una sábana blanca, previamente, me decía: “Este es el rey que viene a por ti”. Al igual que en Frandes decir “el duque del Alba”  para mí, oír decir “El rey” era como decir “el coco”. Hasta que un día descubrí que sólo se trataba de una silla. Pero el recuerdo quedó grabado y aún hoy, sigo teniendo cierto temor a la oscuridad.


Un artista ha esculpido el busto de Sara en la piedra. Su belleza quedará así perpetuada y las generaciones futuras la podrán ver en el museo.

-¿Practicaste algún deporte en tu infancia?

-El de pasar hambre, por necesidad.

-¿Cuál era por aquel entonces tu afición predilecta? ¿A qué jugabas?

-Me gustaba cantar y poner en escena a mis amigas. Mi hermana, la que me lleva cuatro años, hacía de apuntadora, porque era la que entonces tenía la voz más clara. Las demás, con nuestras lenguas de trapo… Yo las vestía, las enseñaba ¡calcula! cómo se debía cantar y… dejaba volar mi imaginación, pensando que representaba para un público que sí llegó… al cabo de los años.

Hablo con ella del amor de la mujer. De los que en otros tiempos pudo tener. De sus admiradores.

-Mentiría si dijera que no he tenido muchos pretendientes. Pero ahora sólo me interesa un hombre: mi esposo. Si hemos de creer lo que dicen, existen, al parecer, treinta y siete maneras distintas de declarar el amor a una mujer. Yo creo que la mejor de todas y la que sí recuerdo de veras, ha sido –sin duda- la de mi esposo.

-Pareces totalmente feliz. ¿Ninguna nube?

-Ninguna, a pesar de que a muchos, esto quizá les defraude. A mí me han divorciado ya tantas veces en la prensa…

No ya como informadora, sino como mujer, me interesa saber el por qué Sara Montiel ha vuelto el color de sus cabellos a la tonalidad que le era ya habitual en los últimos tiempos: el caoba.

-Por exigencias del film que estoy rodando “Esa mujer”. En esta película interpreto dos papeles distintos. En uno de ellos doy vida a un personaje más agrio y voy con el cabello negro, y en el otro –soy la misma mujer, pero en períodos de tiempo distinto- llevo el cabello rojizo, vistiendo muy claro y con un tipo espiritualmente también distinto a la otra mujer que, sin embargo, soy yo misma.

-¿Hablamos de “Tuset Streeet”?

Pienso que va a eludir el tema, pero contrariamente a mis pensamiento, la oigo decir:

-Sí, ¿por qué no? Aquí, en Madrid, va muy bien, a la gente le gusta, pasan un rato agradable viendo una película moderna, con un color estupendo y con unas canciones preciosas. Casi todas mis películas han tenido un corte clásico: en esta hay un ambiente completamente nuevo.

-¿Qué hay de la película “Catalina la Grande”, junto a Marlon Brando?

-Estamos en tratos. Debería rodarse en Rusia y su duración sería muy larga. Si puedo compaginar mis películas ya proyectadas junto a mi actuación personal en teatro y luego, me queda tiempo, desde luego que la haré porque creo que podría ser sensacional.


Sarita es ahora más joven que nunca, cuando se dispone a interpretar una nueva película que llevará por título "Esa mujer". 

-Hay algo que supongo interesará sobre todo a las mujeres. ¿Cómo has conseguido perder tanto peso?

-De “Tuset Street” hasta ahora he perdido algo más de once kilos. Yo tuve una temporada –lo reconozco- en la que me sobraban unos cuantos kilitos, pero no podía adelgazar. Tuve paciencia hasta que el médico me dijo: “Ahora, María Antonia. Ahora puedes adelgazar”. Y ya lo ves.

Le sugiero hacerle algunas fotos al lado del busto que se refleja en el espejo. De su propio busto. Sonríe, un poco coqueta. Y amplía la sonrisa cuando dice:

-Soy casi tan presumida como cuando tenía ocho años… y me ponía aquel lazo tan grande en lo alto de la cabeza… tal vez, tal vez, para que destacase el lazo y nadie se fijara tanto en mi vestidito de percal…

La niña quedó atrás. Hoy, existe la mujer. Guapa, famosa y rica. Pero el alma de la niña, medio agazapada, está aún dormida en el corazón de la mujer.

 

Texto y fotos: Maite MAINE



LA FOTO CCCLVIII


Sara en una de las más icónicas imágenes de "Esa mujer" (España, 1968).

sábado, 6 de abril de 2024

PUEBLO - 15 de diciembre de 1961 - España


La diva aparece solo en la portada. Esto es lo que se dice de ella:

SARITA,

SALVADA A HOMBROS

Pocas veces después de un estreno cinematográfico suele suceder lo que ayer noche ocurrió tras la proyección de “Pecado de amor”. En España ocurre por vez primera. La actriz Sarita Montiel tuvo que ser sacada a hombros del cine Avenida, protegida por la fuerza pública, para no ser asfixiada por los miles de admiradores que la esperaban. Una apoteosis que ha sido recogida elocuentemente por la fotografía en que aparece la guapa Sarita después del triunfo.

(Foto Unifoto)



EL RECORTE CCCLVII

Desconocemos la revista de procedencia del artículo pero es de octubre de 1961. Sara Montiel va a actuar en la "Gala Philips 1961" y hay un gran revuelo por ser su primera aparición en la televisión española. Mientras rueda "Pecado de amor" concede esta entrevista. 


TVE, DÍA 11 DE OCTUBRE

SARA MONTIEL

CUYO VERDADERO NOMBRE ES MARÍA ANTONIA ALEJANDRA ABAD

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“María Antonia, que es muy infantil, se asusta con frecuencia de Sara Montiel, pero las dos son inseparables”

“LO AUTÉNTICO SE PARECE MUCHAS VECES A LO QUE HEMOS SOÑADO. PARA MÍ, LA REALIDAD HA SUPERADO A LO QUE SOÑABA”

LOS “SHOWS” DE FRED ASTAIRE Y GENE KELLY TAMBIÉN FIGURAN EN LA GRAN GALA PHILIPS 1962

UNA ENTREVISTA DE

J. L. MARTÍNEZ REDONDO


Cuatro canciones y Sara Montiel habrá entrado en nuestra casa. Ocurrirá el día 11, por la noche, y el puente tendido para que llegue hasta nosotros será la Gala Philips 1962. Sé que esa noche vamos a clavarnos todos en la butaca frente al receptor. Los que la admiran, los que están seguros de su éxito, los que desean comprobar si es capaz de superar la prueba de cantar ante las cámaras en directo. Los que la quieren y los que la envidian. Nadie puede negar que es un acontecimiento.

Anda Sara Montiel metida ahora en un berenjenal de trabajo. Rueda los últimos planos de “Pecado de amor”, su película con Luís César Amadori; dobla su papel, ensaya las canciones para el día 11 y estudia ya el guión de un film que empezará inmediatamente en Barcelona. Encontrar un momento libre para charlar con ella es sumamente difícil. Esa entrevista reposada que uno desearía hacerle a la gran “estrella” resulta imposible. Ella lo intenta, pero nada. Casi persiguiéndonos, hallamos al fin un oasis en los estudios de la Ciudad Lineal. Sara me ha citado para última hora de la tarde. Cuando llego está doblando. Me entretengo viendo rodar unas escenas de “Teresa de Jesús” en uno de los platós de la C. E. A. La coincidencia es curiosa: en el mismo estudio trabajan Sara Montiel y Aurora Bautista, las dos “grandes” de “Locura de amor”. Cada una por su camino, las dos en figuras del cine español. Aurora prefirió España. Sara hizo un día las maletas y se fue a vivir la perenne aventura de América. Pienso en estas cosas mientras espero. Y, por fin, la llamada. Sara ha terminado su labor del día. La charla se reparte entre el bar del estudio y el camino de vuelta hacia el centro de la ciudad en su Mercedes amarillo y rutilante.

-Aquél viaje a América fue fundamental para mí. Aquí tenía trabajo, pero nada más. Yo no había triunfado, a pesar del éxito de “Locura de amor”. El cambio de aires, el ver cosas nuevas, me ayudó mucho.


Sara Montiel, en privado, sigue siendo una cría. Todavía nos recuerda –y han pasado unos cuantos años- a la niña de aquel primer reportaje de su vida que salió en la revista “Primer Plano”: María Antonia Alejandra Abad, con caña y pantalones de pesca, a orillas del Manzanares. Una promesa. ¡Y qué promesa! Esos ojos que me miran, un poco cansados por la dura jornada que acaba de terminar, siguen aniñados como entonces. Y su forma de hablar, por esa boca de colegiala quinceañera, es casi la misma. Así la veo mientras me habla.

-Mi nombre verdadero me trae recuerdos tristes: María Antonia nunca tuvo niñez. Trabajé como una loca los primeros años para sacar adelante a la familia. María Antonia, que es muy infantil, se asusta con frecuencia de Sara Montiel…; pero las dos son inseparables.

-¿Ha sido muy distinta la realidad del cine a sus sueños de los quince años?

-Lo auténtico se parece muchas veces a lo que hemos soñado. Para mí, la realidad ha superado a lo que soñaba. Recuerdo ahora cosas: mi debut en Buenos Aires, por ejemplo. La gente se desbordaba. Fue algo grandioso. ¿Cómo no iba a superar aquello a lo que ambicionaba de pequeña? Y luego, al volver a España, en Barcelona… Un recibimiento inolvidable.

-¿Qué es lo que tiene más importante en su vida?

-Los caprichos…, aunque el arte predomina siempre.

-¿Y el dinero?

-Es curioso, pero a eso no le he dado jamás importancia, a pesar del hambre que he padecido. El dinero no lo es todo…, y que conste que no trato de hacer una frase. Es la verdad.

Sara Montiel hace un gesto muy suyo. Con la mano derecha se coge el pelo a la altura del oído. Es como si se estuviera haciendo un bucle. Una y otra vez. Interrogación mía con la mirada.

-Antes lo hacía con mucha frecuencia. Era como esos tics nerviosos que tiene mucha gente. Marañón me dijo un día que reflejaba inseguridad femenina y tesón. Apenas lo hago ahora. A lo mejor es que me siento más segura…

-¿Por qué no hace una película como actriz exclusivamente, sin canciones, sin tecnicolor?

-Me gustaría. Pero cada vez que lo digo empalidecen los distribuidores.

-¿Sabe que la imitan? He visto un par de películas…

-Sí, lo sé. Es fácil imitarme. Soy sencilla, nada complicada.

-Si se encontrara con esa artista que la imita, ¿qué le diría?

-¡Hola! ¿Cómo estás? Nada más.

Nos vamos a otro terreno. El diálogo entra ahora por los vericuetos de la televisión. Sara trabajó en los estudios americanos.

-He hecho poca televisión, sin embargo. Sólo en La Habana, Lima, Buenos Aires y San Juan de Puerto Rico. Canté lo que el público quiso.

-¿Siempre en programas cara al público?

-Sí. El estudio no me gusta. Esa frialdad de la actuación frente a las cámaras… Con gente delante es distinto. Es como el teatro: el artista se siente solo en el escenario cuando actúa…; pero allí están, enfrente, unos cuantos espectadores. Es una soledad especial, con unas manos que buyen, con personas que una siente cerca…

Ha terminado la jornada laboral de Sara Montiel. Pero ha terminado relativamente. Los estudios cinematográficos de la Ciudad Lineal han quedado a nuestra espalda, pero a ella le esperan todavía un par de horas de ensayo. Ha de preparar su actuación en Televisión Española. Sus ojos están cansados. Su garganta ha de proseguir.


FRED ASTAIRE Y GENE KELLY

Fred Astaire y Gene Kelly, dos generaciones de la comedia musical norteamericana, dos estilos, dos nombres que han llenado un período inolvidable de la historia del cine, aparecerán también en las pantallas de nuestra televisión dentro de la Gran Gala Philips 1962.

Aparte de que ese espacio ofrecerá otras atracciones de indiscutible calidad, esta presentación tiene “garra” de por sí para hacernos permanecer frente al receptor. Los “shows” de los dos grandes bailarines han sido montados exclusivamente para la televisión y –por las noticias que tenemos- con esa perfección y ese cuidado con que los norteamericanos se distinguieron siempre en el género.

Por lo visto, Fred Astaire es inmarchitable. Ahí le tenemos danzando todavía cuando ya se han cumplido treinta años de su aparición en el cine. Atrás ha dejado a sus más famosas compañeras: Ginger Rogers, Eleanor Powell, Rita Hayworth, Cyd Charise… A unas las ha arrinconado el tiempo y otras han seguido por distintos caminos. Él, con sus años, pero en forma, traza aún la geometría de la danza. Hollywood no cultiva ahora en su producción cinematográfica la revista, que tantos dólares y tantos triunfos le dio entre las dos guerras mundiales. La televisión, sin embargo, saca partido de las grandes figuras, de los viejos artistas taquilleros y de las nuevas promociones de bailarines y cantantes. El “show” que vamos a ver, “Una noche con Fred Astaire”, es una producción realizada con pulcritud, con esmero. No se trata de espacio de ocasión, realizado para aprovechar la popularidad de determinada figura. Es eso que los norteamericanos llaman “A TV-special”. Especial por la “estrella” que interviene, especial por los números que contiene y por la forma en que son realizados y presentados. Aparecerá con el viejo mago de la danza su nueva pareja Barrie Chase. Barrie es una muchacha que tiene esa belleza de rasgos nórdicos, atractiva e inquietante, que tanto “se lleva” hoy. Al parecer, no desmerece artísticamente en relación con las buenas bailarinas que actuaron al lado de Astaire en otros tiempos. Lo cual es ya una garantía de éxito.


Y dentro también de la Gala Philips, Gene Kelly. Otro mago. En el cine, heredero directo de la fama y la gloria de Fred Astaire. Fue el que con él hizo el relevo. En algunos aspectos, hasta le ha superado. Bastará recordar títulos cinematográficos, como “Levando anclas”, “Cantando bajo la lluvia”, “Un día en Nueva York”, “Un americano en París” y, últimamente, “Invitación a la danza”. Fred Astaire era y es un estilo típicamente norteamericano, con reminiscencias de los números que llenaron las noches de los grandes hoteles en los años anteriores a la segunda guerra mundial. Gene Kelly arranca de ese género, pero entronca con la danza clásica. Va más allá y dirige sus películas, las llena de su personal modo de “ver” y crear el baile. El vestuario, el color, el decorado, alcanzan en sus bailes categoría estética. La danza no son sólo los pies para Gene Kelly. Y Gene Kelly no será únicamente unos pies que danzan, sino un cerebro que piensa y un corazón que siente el baile. A ese artista personal, atrayente por su simpatía, vamos a verle en las pequeñas pantallas españolas en su mejor momento. El “show” de Kelly es otro número de fuerza en la noche del día 11.

 

(Fotos Calderón y Caption; caricatura de Cronos.)



LA FOTO CCCLVII


Sara Montiel, de monja, en una escena de "Pecado de amor" (España-Italia 1961)